La tristeza me levanta, me acompaña.
¡Lágrimas! empañan mis pupilas.
Melancolía, que me cubre, me vigila.
Sentimientos que alcanzan mis entrañas.
¡Dolor!, que vino sin un síntoma, ni aviso,
sorprendió mi alma, cuerpo y corazón.
¡Tristeza!, muéstrame la solución.
Ayúdame a olvidar, a quien ¡no! quiso.
El tiempo devolverá, de nuevo mi fragancia,
Acortará estas horas de angustia, hoy eternas.
Mientras su barca se aleja con mis penas.
Y esas penas se disipan, ¡en la distancia!
© Reflexiones y Poesía
Photo by Judith Barreiro