¡Ay madre como te extraño
si supieras que hay destellos
de tus pájaros cabellos
posándose todo el año
en nuestro sillón de antaño!
¡Qué tus dedos girasoles
siguen encendiendo soles,
y que todas las mañanas
te asomas a las ventanas
que tienen los caracoles!
Si supieras, madrecita
que en un rincón de mi sed
tengo la vieja pared
donde tu voz resucita.
Que una lámpara infinita
desmayada entre las cruces,
va girando a contraluces
para que vuelvas, oh madre,
cuando la noche taladre
una sombra entre las luces.
© Lazara Nancy Díaz Garcia