La tristeza
Hoy siento asomada la tristeza, que ha venido con la lluvia en esta primavera.
He sentido el látigo del tiempo golpear en la silueta inerte, donde guardo mis tinieblas. He visto remover los archivos empolvados, en el laberinto del pasado; diagrama sin paralelos.
Registros inauditos sin licencias, que brotan de las voces endeudadas, con el tono del tributo, a la esencia del poder; sin la patente confirmada.
Resurgen brazos escondidos del silencio, para atropellar el objetivo sin conciencia, en la memoria guardada de un olvido.
Brazos inertes en su propia estructura, que necesitan el perfil potente del murmullo, para esconder la falsedad de la obra en el escenario diseñado a tal efecto.
Triste es ver como en lo oscuro de la noche, aparece entre líneas la sentencia; la estocada cubierta por la duda y la presa entre el filo sin defensa.
Fortaleza con la estructura tambaleante, sostenida por el marco, hoy, sin rectas.
Entre cazadores sin conciencias colectivas, que marginan el triunfo de lo ajeno, al registrar la factura de la deuda, con la mueca de la burla, en sus narices.