En aquella languidez
de un rostro inerte,
conocí una mirada.
Sin color y vacía,
con ojos sin llanto
con alma que no siente.
Fue mar de confusión
es, un trozo de papel,
que no sabe del amor…
Y blanca está su mente,
cuanta pena hoy me da
su corazón ausente.
Es pobre el caminante
que no tiene destino,
sin rumbo da los pasos
muy solo dentro está;
no le estimula el aire
tampoco el azul cielo,
ni la luna si es llena…
O el verde de ese mar.
-¿llegará?
-¡quién lo sabe!
-se llenará su ausencia
o la quietud conforme,
¿sin deseos ni ansiedad?
Es que le falta todo,
¡no sabe que es amar!
©Dinorah Pérez Acosta
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